miércoles, 22 de febrero de 2017

Mitos o realidad

Hay frases recurrentes en el consultorio de Etología Clínica (especialidad de la Medicina Veterinaria), los propietarios las refieren como verdades sin discusión debido a lo que oyeron o averiguaron con el Dr. Google, tan consultado últimamente cuando se tiene un problema de cualquier índole.
Me comentan: “este perro se comporta así porque es un perro alfa”; “la conducta de esta raza es así”; “se asusta mucho por los petardos y las tormentas porque escucha más que las personas”…
A diferencia de lo que ampliamente se supone, son mitos, no realidades, y ahora veremos por qué.
Muchas veces cuando recibo a un paciente por primera vez, sobre todo si el perro concurre al consultorio por agresividad o por ser muy desobediente, escucho al dueño describirlo como “perro alfa”, justificando de alguna manera sus acciones.
Mi respuesta generalmente es la misma: “el alfa no nace, se hace”.
No hay duda de que hay individuos, de distintas razas o mestizos, con mayor temperamento que otros, como así también hay propietarios con mayor temperamento que otros. Pero en biología uno más uno no siempre es dos y el perro desconoce a cual raza pertenece.
El comportamiento del individuo depende de la genética, y en mayor medida del ambiente que lo rodea desde su gestación y de los aprendizajes. Es un animal inteligente que día a día aprende lo necesario para sobrevivir y pasar el tiempo lo mejor posible, ya sea asociando la respuesta positiva o negativa a lo que está realizando, por curiosidad, observando a otros ejecutar determinadas conductas, por prueba y error, etcétera.
Lo importante es que lo que aprenda sea útil para él y para una convivencia armoniosa en el hogar. Vivir con un perro, en función de su comportamiento, puede ser una linda aventura con sorpresas diarias o una verdadera catástrofe. Como expresó la dueña de una de mis pacientes, una mestiza muy simpática, “con paciencia y saliva muchas cosas se rompen”. Pero también con tiempo, paciencia y disfrutando juntos se le puede enseñar lo que se desea, ya sea a traer el juguete solicitado o a comportarse bien en casa y en la calle. La buena comunicación y el trabajo diario previenen y evitan las malas conductas.
Respecto de la frase sobre los miedos, hay perros que, sin importar la raza, edad y sexo, sienten excesivo temor al escuchar petardos o truenos, y en consecuencia buscan, sin resultado, un lugar donde refugiarse.
Este miedo intenso le impide al sujeto realizar su actividad normal, está inquieto e irritable, come menos, duerme poco, no desea pasear, no juega...
La excesiva reacción de miedo que se observa en algunos por truenos o petardos no es normal, se debe a una enfermedad de conducta y en consecuencia hay que brindarle, previo un diagnóstico certero, el tratamiento adecuado.
Para comprenderlo es necesario diferenciar miedo y fobia.
El miedo es una respuesta normal adaptativa que se manifiesta frente a situaciones desconocidas y le posibilita al individuo sobrevivir, si evalúa que lo que lo asusta no representa riesgo deja de temer y continúa con su vida habitual.
En cambio, la fobia es una respuesta de miedo exagerada, desproporcionada y persistente que lo lleva a desear escapar en forma irracional y le impide apreciar si el evento es realmente peligroso o no, poniendo muchas veces en riesgo su propia existencia.
En presencia de fobia, el animal está excesivamente atento a todo lo que sucede a su alrededor, se lo observa inseguro, intranquilo, inquieto y busca permanecer junto a su dueño… Puede orinar o defecar sin controlarse, jadea, tiembla, babea, atropella muebles, puertas…, busca refugio en lugares impensados sin lograr tranquilizarse.
Durante el episodio suele destruir cosas, manifestar agresión hacia el propietario, y lesionarse a sí mismo al traspasar rejas, ventanales de vidrio o por arrojarse al vacío. Incluso puede escapar y alejarse del hogar hasta perder el camino de regreso, es frecuente hallar animales desorientados por la pirotecnia durante las fiestas de fin de año.
Con el correr del tiempo y sin tratamiento, esta enfermedad comportamental progresa y se suman otras situaciones generadoras del miedo exagerado, desencadenando la misma respuesta otros estímulos como gritos, viento, globos, ruidos de la calle, bultos, reflejos e incluso la cercanía de desconocidos.
Entonces, el miedo es normal, es una respuesta adaptativa, puntual y transitoria.
La fobia es una enfermedad comportamental, no adaptativa, que generalmente empeora con el correr del tiempo y le impide al animal preservar su bienestar y tener buena calidad de vida, por lo que debe recibir tratamiento para recuperar el equilibrio emocional.
Por lo tanto no basta con elegir una buena raza para tener un buen perro de compañía. Para convivir con uno de “perrolidad” agradable, personalidad pero en el canino, se requiere ser coherente en el mensaje que se le brinda a diario, ofrecerle un ambiente variado, tener tiempo disponible para enseñarle y disfrutar junto a él.
Cada perro es un mundo diferente que debe explorarse, y en función de eso educarlo, siempre conociendo y respetando sus reglas de manada y los rituales propios de la especie.
La buena comunicación y el manejo adecuado, evitando castigos físicos que generan miedo o ansiedad, previenen y corrigen la aparición de malas conductas. El buen comportamiento indica buena salud física y emocional.

Algunos de mis pacientes:

En unos segundos estaré listo...