jueves, 17 de noviembre de 2011

Por primera vez, un perro en casa

Llegó Noviembre… Comienza el calor, los días más largos y lo más importante es que se acercan las esperadas vacaciones y con ellas tiempo libre para dedicarse a uno mismo y la familia.
Así, parejas jóvenes que recién empiezan a convivir, otras que llevan años aún sin niños, o aquellas cuyos hijos iniciaron su propio camino, comienzan a pensar en la posibilidad de incorporar un perro al hogar.

Unas con experiencia previa de vida junto a él, otras a punto de enfrentar un mundo totalmente desconocido, pero todas con resultado incierto ya que el éxito no está asegurado sin conocimientos, esfuerzo y trabajo diario.
La decisión de traer un perro a casa debe meditarse bien, y es necesario el acuerdo de toda la familia para que él no sea un motivo de discordia.
Se debe pensar si se adaptará al estilo de vida, el espacio y tiempo disponibles, la presencia y edad de niños o ancianos en el hogar, los horarios de trabajo y el dinero que seguramente demandará su mantenimiento en condiciones de buena salud.
No será un juguete a pilas, tampoco un artículo para descartar cuando se comporte de forma incorrecta, enferme o envejezca, sino un ser vivo con características y necesidades propias que acompañará al grupo familiar, si todo sale bien, durante muchos años.
El perro para preservar su bienestar necesita vivir junto a congéneres o personas.
De su propietario, además de alimento, alojamiento, vacunas y atención médica cuando enferma, necesita paciencia, dedicación y tiempo disponible para compartir con él juegos y paseos, y aprender a comportarse de manera adecuada.
Antes de incorporar un perro a la familia pueden aparecer ciertas dudas. Si es preferible que sea mestizo o de raza; macho o hembra; adónde buscarlo; qué edad es la más conveniente…
No basta con elegir una buena raza para obtener un buen perro y no es real todo lo publicado en Internet.
A grandes rasgos, el macho es de mayor tamaño corporal, más dominante y activo que la hembra, aunque no solo por ser macho levantará la pata para orinar adentro de la casa. La tendencia a montar, vagabundear, marcar el territorio con orina y pelear con otros machos se previene al criarlo en forma adecuada.
Las razas creadas para guardia tienen en general temperamento fuerte con mayor tendencia a manifestar dominancia hacia el propietario, otros perros, y defender el territorio. Por lo tanto, si las personas con quienes convivirá carecen de carácter suficiente para manejarlo, siempre sin generarle miedo o ansiedad, es recomendable elegir una raza de compañía con menor tendencia a manifestar estas conductas.
No es conveniente adquirirlo en negocios donde se expone a los cachorros en la vidriera como si fueran cosas inanimadas sin necesidades.
Tampoco en criaderos industriales, donde el perro es solamente un negocio que permite llenar bolsillos con dinero sin importar su bienestar. Así mismo no son recomendables aquellos que separan tempranamente las crías de su madre y/o mantienen a los cachorros recluidos en jaulas sin estímulos y contacto social adecuados para su edad.
El cachorro debe permanecer junto a su madre hasta las siete u ocho semanas de vida. Ella es su primera maestra y por esto es fundamental que tenga buen comportamiento. Aprenderá los rituales propios de la especie y el control de movimientos y fuerza de su mordida, que el nuevo propietario tendrá que preservar más tarde.
Para elegir el cachorro pueden realizarse ciertas pruebas, entre ellas llamarlo y observar si se acerca moviendo la cola o temeroso; levantarlo en brazos y evaluar si se opone o no; ver como responde al acariciarlo en su cabeza y el lomo y al colocarlo pancita arriba, observar si camina detrás de uno al alejarse…
Pero en conducta no existen las bolas de cristal y no se puede predecir el futuro.
Los diferentes tests indican cómo se comporta el individuo en ese momento y manada, pero no cómo lo hará más tarde.
Entonces, traer un perro a casa no es una decisión que debe tomarse sin pensar. Antes de elegir la raza y el individuo supuestamente adecuado para la familia, es positivo asesorarse con el veterinario especializado en conducta, y junto a él educarlo desde que llega al hogar con un mensaje claro y coherente.
Los primeros meses de vida del cachorro son fundamentales para lograr el compañero de aventuras soñado. Dedicación y buena comunicación son los primeros pasos para prevenir problemas de comportamiento en el futuro.

Algunos de mis pacientes:

En unos segundos estaré listo...