viernes, 22 de enero de 2016

Navidad y Año Nuevo… Época de miedos intensos.

Las fiestas de fin de año son para algunos una época de encuentros y festejos; para otros, días que complican seriamente la vida del compañero de cuatro patas y la familia.
Al escuchar petardos, muchos perros, sin importar la raza, edad y el sexo, sienten un miedo intenso que los lleva a buscar, sin resultado, un lugar donde refugiarse.
El excesivo temor les impide realizar su actividad normal. Hace que se sientan mal, permanezcan muchos horas del día escondidos, coman y duerman poco, no deseen pasear o jugar...
Es importante diferenciar miedo y fobia.
El miedo es una respuesta normal y puntual que se presenta frente a situaciones desconocidas. El individuo desconfía, actúa cautelosamente, toma distancia, pero si observa que lo que lo asusta no representa peligro para él deja de temer y retoma su actividad habitual.
En cambio, la fobia es una respuesta de miedo excesiva, exagerada, desproporcionada, que se prolonga en el tiempo, y lo lleva a intentar escapar sin medir las consecuencias. Le impide evaluar si el evento es realmente peligroso o no, y las consecuencias de sus actos.
La excesiva reacción de miedo que presentan algunos perros al oír truenos o petardos se debe a una enfermedad de conducta, y por ello hay que brindarles el tratamiento adecuado para que recuperen el bienestar emocional.

miércoles, 20 de enero de 2016

Más que un amigo un gran problema.

Muchas veces se adquiere un perro de raza por sus características físicas y supuesto comportamiento. Diferentes fuentes, algunas serias y otras no tanto, informan estos datos, que casi siempre se adaptan perfectamente a los deseos de la persona sin importar de cual raza se trate.
Así, por ejemplo, el perfil comportamental de la raza Labrador retriever, lo muestra como un perro emocionalmente estable, que aprende fácilmente, juguetón, medianamente activo (no muy inquieto), poco destructivo, con baja reacción a los estímulos comunes (ruidos, visitas, movimientos de la casa), poco ladrador, muy tolerante con los niños, más o menos sociable con extraños, no muy guardián y con poca tendencia a demostrar dominancia hacia el propietario y otros perros.
Lo esperado hace que sus nuevos propietarios se sorprendan cuando en lugar de lo leído comparten sus días con un pequeño monstruo de Tasmania, que es muy inquieto, rompe todo lo que encuentra a su alcance, mordisquea de los pantalones o polleras, y genera lesiones con dientes y uñas más allá de lo tolerable para un cachorro.
Sucede que frecuentemente no se menciona que en el perro, el desarrollo del comportamiento es lento y progresivo, y es el resultado de lo que heredó de sus padres, abuelos…, del ambiente que lo rodea desde su gestación y de lo que aprende día tras día. Por ser un animal de manada, necesita de los adultos de su grupo para que le enseñen como desenvolverse más tarde, por lo tanto también requerirá de su propietario tiempo, paciencia y buena disposición para que pueda aprenderlo.
Entonces, comprar un cachorro de una raza específica no garantiza su futuro comportamiento ya que son muchos los factores que influirán en él.

lunes, 18 de enero de 2016

¡Vacaciones!

Finalizó Diciembre, mes esperado y pleno de encuentros… Otro año se fue.
Los estudiantes están en casa y cambian la rutina del hogar. La vida del perro o gato de la familia también se modifica.
Si es sociable, estar más tiempo acompañado y entretenido mejorará su estado anímico. Si no lo es, el movimiento a su alrededor incrementará su ansiedad y pasará más tiempo escondido o con mal humor.
El clima invita a pasear y se planifican las merecidas vacaciones, la duración, el destino… Se piensa en compartir, o no, la aventura con el compañero de vida.
La decisión suele ser distinta si se trata de perro o gato. También si hay más de un animal, no goza de buena salud o es viejito.
El felino se adapta a vivir solo, es ordenado y dentro de la casa adonde habita tiene su propio espacio bien organizado. Cualquier cambio, aunque sea imperceptible, modifica el territorio y altera su equilibrio emocional. Entonces, si las vacaciones serán cortas, es preferible no llevarlo porque necesitará varios días para armonizar su nuevo lugar y reconocerse en él.
Si el compañero es un canino hay más opciones: viajar con él, dejarlo en la casa al cuidado de alguien confiable y con quien tenga buena relación, o en un pensionado con referencias.
Él pertenece a una especie social y rutinaria. Si se quedará en la casa no debe pasar muchas horas solo y hay que respetar sus rutinas de alimentación, juego y paseo para no alterar su bienestar.
Si su destino es un pensionado, debe visitarlo varias veces antes de quedarse allá en forma definitiva, necesita habituarse al lugar, y a las personas y animales con quienes convivirá los próximos días. Él no comprende la causa del abandono y en consecuencia puede sufrir miedo y ansiedad.
Si la decisión es llevarlo y el viaje se realizará en automóvil, es indispensable evaluar si está acostumbrado. Si es así dormirá gran parte de la travesía, aunque será necesario realizar paradas para que se distraiga, camine y juegue. Si no lo está, es recomendable hacer previamente excursiones cortas para que se habitúe a su movimiento.
El jadeo o babeo, la inquietud, los vómitos… indican que siente miedo. Puede convenir administrarle antes de iniciar el viaje un medicamento, indicado por el médico veterinario.

domingo, 17 de enero de 2016

¿Psicólogo de perros y gatos?

Muchos suponen que quienes tratamos problemas de conducta en perros y gatos somos psicólogos y no es así, no existen los psicólogos de animales, somos veterinarios.
La etología clínica (medicina comportamental o zoopsiquiatría), es el área de la Medicina Veterinaria que se ocupa de prevenir, diagnosticar y tratar los problemas de comportamiento en animales.
Estos abarcan a cualquier conducta que resulte peligrosa o inconveniente para el individuo que lo manifiesta, sus congéneres, su familia humana, otras especies con quienes se relaciona, o la sociedad en general. Entre ellos, agresividad, destructividad, arañado, falta de hábitos de higiene, tirar de la correa, miedos a la calle, a los perros, la gente, a los ruidos..., desobediencia, etcétera. Todas estas conductas son síntomas, por eso siempre es necesario realizar el diagnóstico, y así decidir los pasos a seguir para que el individuo cambie el comportamiento, recupere su bienestar emocional y la convivencia con él sea placentera.
También nos incumben temas relacionados con la educación del perro y el gato, y la prevención de problemas que pudieran presentarse ante cambios en la familia, por ejemplo la llegada de un bebé, mudanzas, incorporaciones de otro animal, etcétera.

La consulta etológica es extensa y puede realizarse en el consultorio o en el domicilio, tiene que estar presente el animal y los miembros de la familia.

Salvo excepciones, que deben evaluarse, nunca es tarde para realizar el tratamiento, pero, como en otras especialidades, cuanto antes se detecte y trate, menor será la evolución del problema, mejor será el pronóstico y mayor la posibilidad de su resolución.
Es necesario recordar que “el buen comportamiento es signo de buena salud, y la salud es competencia del veterinario”.

sábado, 16 de enero de 2016

Desarrollo conductual

Un perro de determinada raza suele elegirse por su físico y el deseo del comportamiento observado en uno conocido, o por datos raciales obtenidos de fuentes fidedignas o no. Puede suceder que el elegido se asemeje poco a ese ideal. La maduración del sistema nervioso, hormonas, enfermedades que pudiera padecer y el envejecimiento influyen en la conducta.
No basta con elegir una buena raza, sólo se obtendrá lo buscado si se cuida, además de lo físico, el crecimiento durante su gestación y primeros meses de vida, con trato afectuoso y buena educación. El desarrollo conductual es lento, progresivo, y es el resultado de lo que heredó de padres, abuelos…, de las condiciones del ambiente que lo rodea desde su gestación, y de lo que aprende.
El estrés de la hembra gestante influirá negativamente sobre la capacidad del hijo de adaptarse a los cambios futuros. El comportamiento de la madre, su primera maestra, es fundamental, si su conducta no es equilibrada y desconoce los rituales de comunicación podrá enseñarle poco a su cría.
El ambiente debe darle seguridad y permitirle explorar y aprender. Son necesarias las interacciones positivas con su mamá, hermanos y otros adultos.
El cachorro debe estar apto para aprender, ya que dificultades para ver, oír, o las enfermedades afectarán su desarrollo conductual porque le dificultan la exploración y la relación con el otro.
También influyen las condiciones en el nuevo hogar, respecto de la personalidad de la familia, la presencia de niños o ancianos, el tamaño y ubicación de la vivienda, horarios de trabajo, rutinas, paseos, juegos…
Entonces, sin importar la raza, para el compañero ideal son necesarias la crianza con trato suave y coherente, la habituación a diferentes estímulos, y la socialización con su misma y otras especies incluida la humana.

viernes, 15 de enero de 2016

Mi pobre angelito

En casa, compartimos los días con tres caninos, dos de ellos mestizos de tamaño pequeño cuya madre es de raza caniche y el padre desconocido.
Pero los perros pequeños tienen mala fama y desagradan a muchas personas, quienes los describen como ruidosos, ladradores, inquietos, agresivos con niños o congéneres, e incluso comentan que en varias ocasiones fueron mordidos por el pequeño monstruo que descansaba en brazos de su propietaria.
También expresan que el macho marca con orina en distintos lugares de la casa o las piernas de las visitas, y que es difícil que aprendan a orinar o defecar en el lugar permitido del hogar.
En una palabra los definen como insoportables.
Siempre respondo lo mismo. El perro desconoce a cual raza pertenece y no nace sabiendo cómo debe comportarse. No piensa: “Soy un Dobermann, entonces debo ser malo con las personas”; “Soy un Golden retriever y por eso soy apto para acompañar a personas con capacidades diferentes”; “Soy un Pitbull, debo comportarme agresivamente con los otros perros”; o en este caso, “Soy de raza pequeña, debo ser insoportable y ansioso”.
El comportamiento depende de la genética, del ambiente que lo rodea desde su gestación y de lo que aprende día a día, ya sea con otros perros (entre los cuales la madre tiene un rol fundamental), o con las personas con quienes tiene contacto.
Hay algunos, de raza o mestizos, con mayor temperamento que otros, y familias más o menos organizadas e integradas por personas de distintas edades y caracteres. No será igual el comportamiento del perro que creció rodeado de niños y congéneres, que aquel que lo hizo en un hogar sólo conformado por gente adulta y sin contacto con otros individuos.
Cada canino, sin importar su raza, sexo o edad, es un mundo distinto que debe explorarse detenidamente para educarlo según su “perrolidad” (personalidad en el perro), considerando siempre la importancia de conocer y respetar los códigos y rituales propios de esta especie. La etología clínica posibilita hacerlo correctamente y prevenir problemas de conducta, preservando al mismo tiempo su bienestar.
Para lograr un buen compañero de vida, a pesar del tamaño, hay que educarlo desde que llega al hogar, enseñarle a permanecer tranquilo, y no favorecer nunca el comportamiento agresivo hacia otros, ya sean animales o personas.

Algunos de mis pacientes:

En unos segundos estaré listo...